El pan germinado se denomina también Esenio, Maná of Ezequiel. En los Países Bajos, el pan germinado aún no es muy conocido. A pesar de que es muy antiguo. Hace más de 2000 AC, los Esenios (una comunidad judía) hacían el pan de esta manera.
Para hacer pan germinado se necesitan varios días. Primero, dejamos que el grano germine tranquilamente. El término germinar significa también brotar. Al poner los granos de centeno, trigo o espelta en agua durante 2-3 días, se generan pequeños trozos de grano nuevo, también llamados brotes. Trabajamos deliberadamente con granos enteros, ya que así se conservan al máximo los nutrientes y las fibras. Tras el proceso de germinación, trituramos los granos hasta convertirlos en masa. Esto se hornea a baja temperatura (110 – 130 °C). A continuación, el pan se pasteuriza a una temperatura de 70 – 95 °C. De este modo, el pan germinado se puede conservar durante unos 8 meses. ¡Así, siempre puedes tener un pan en reserva!
El pan germinado es muy firme y pesado. Una barra de pan de 10 por 5 cm pesa nada menos que 400 gramos. Esto hace también que el pan sea muy nutritivo. Con 1 o 2 rebanadas tendrás generalmente suficiente. Ideal como almuerzo rápido y responsable o como un impulso energético después del ejercicio.
A menudo nos preguntan por qué la estructura de cada uno de los panes no es la misma. Normalmente son deliciosamente cremosos y fáciles de cortar, otras veces son más secos y se desintegran fácilmente. El pan germinado no es un producto fácil de hacer. Como sea, sigue siendo un producto natural biológico, por lo que siempre dependerá en cierta medida del clima y la naturaleza. El centeno y el trigo absorben el agua bastante bien y con facilidad durante el proceso de germinación. Por ello, estos panecillos son casi siempre cremosos. Sin embargo, con la espelta la historia es diferente. Debido a su cobertura, los granos de espelta absorben menos agua. Por eso, puede suceder a veces que dejen de brotar demasiado pronto.
¿Sabes lo que hace que este pan sea realmente irresistible? Tostar las rebanadas en una tostadora, por ejemplo. Esto intensifica enormemente el sabor, pero no se produzca ningún cambio en la estructura. Es una verdadera delicia si untas las rebanadas con mantequilla y queso. ¿Eres vegano? En ese caso, puedes optar por aguacate con semillas de cáñamo, o crema de anacardo con un poquitín de mugi miso. ¿Te gusta más lo dulce? Mezcla entonces crema de cacahuete con jarabe de arce y unta con esto tu panecillo germinado. ¡A disfrutar!